
Reían las cigüeñas al canto infantil del ábaco
marcando en cada bola la cúspide infinita en beso de los pinos.
Una y una deslizan el alambre y dos son fruto
que miden a la izquierda el soplo de la prisa, que voy por la tercera,
que no, que tiene miedo y agarra con su panza la quinta descarada
y seis son compañía.
Y atiesa Don alambre su fino tobogán que duerme bola siete
la siesta del borrego ¡¡¡empuja fuerte, ocho ¡! que nueve ha calado
su boina hasta las cejas y a golpes de bastón el viejo diez avanza.
¡ Cómo me sabe a cuento, a pan y chocolate el nido, las cigüeñas
y el dulce contoneo con que se avanza el ábaco – toc-toc – en el estante.!
Sujeta que sujeta los libros azul, fresa, La Isla del Tesoro
y el mundo de juguete que –entonces- traían las cigüeñas.
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