Madurando el pensamiento o quizás y tal vez no madurando la nada decido que no me estanco - como fango- en la mitad del camino.
Decido que aún me queda escalar el Himalaya, volar en un globo sonda travestirme de milano, ser águila real y hembra, abrir el paracaídas o cerrarlo si se tercia acostarme con Neptuno abrazarme a las estrellas navegar por las montañas y rastrear los umbrales con que sueñan jilgueros y petirrojos piando a lomos de los cometas.
Y por encima de todo me resta batirme por la pobreza.
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