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y tomaste el air-bus de aquel albatros
( business-class, y viento a la deriva )
templó sus alas en suave aterrizaje, allí, donde la roca
tuerce el rumbo y hace gemir la cresta de las olas.
Y hablamos de eso que hablan los amigos,
del nombre de las cosas, del pan y la palabra,
y mientras te mostré la roca de las cinco,
en pura comunión de sal y agua, sangrante por la ausencia,
erguida como un sol, orgullo y savia de aquel que sabe
sólo él – a que se saben los dedos despistando la palabra
y ver si saben sólo a beso.
Te fuiste, caro amigo, esperando en el andén de las gaviotas
uno, dos y tres graznidos, primer vagón y un chu-chu,
como de risas de esas que sólo hablan los amigos.
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